El verdadero nombre de la conocida como «hormona del amor» u «hormona de la felicidad» es oxitocina.
Se genera en el cerebro, más concretamente en el hipotálamo, y se secreta al resto del organismo a través de la hipófisis. Está formada por nueve aminoácidos y se comporta como una hormona y como un neurotransmisor.
Está implicada en multitud de procesos relacionados con la función reproductiva, como la contracciones uterinas, la lactancia, el parto… Pero también con emociones como la fidelidad, la confianza, la calma, el apego, el reconocimiento de sentimientos interpersonales (empatía) y en comportamientos sociales. Se ha visto que los niveles en sangre de esta hormona son mayores en personas enamoradas, de ahí que se la conozca como hormona del amor.
Todo esto se consigue gracias las interacciones que se generan entre los sistemas nervioso y endocrino.
¿Y qué tiene que ver todo esto con las intervenciones asistidas con perros?
Hay estudios que verifican que la relación entre los perros y los seres humanos provoca la liberación de esta hormona, la cual a su vez, favorece la creación del vínculo entre personas y sus mascotas, pero también entre el perros de terapia y los usuarios de las sesiones.
Dicho de otro modo, es una explicación científica a por qué el perro favorece la sensación de bienestar que se genera tras las sesiones de intervenciones asistidas y el descenso en los niveles de ansiedad y estrés.
La interacción física entre personas y humanos, es decir, las caricias, las señales auditivas, las señales visuales como una simple mirada, favorecen la secreción de esta hormona, y por extensión, la consolidación del vínculo entre ambos y confianza que se produce.
¿Alguna vez has sentido un sentimiento de bienestar y calma tras haber interaccionado con tu mascota o con algún perro de tus amigos o vecinos? Pues ya sabes que es porque han subido tus niveles de oxitocina.